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29 septiembre, 2010

Cuarto Menguante.




Cómo explicarle hoy al cielo
que al fin he encontrado mi fortuna
al ver colgando así a la Luna
en el vértice hermoso de tu cuello.

29 motivos encontró,
este marzo a la luz de tu sonrisa
y este loco que perdió su berretín
se aprestó para correr por las cornisas

Tan perdido y aturdido a la vez,
el vaivén de mis ojos te vigila,
y tus uñas pintadas con crayón
le dan paz a todo en esta vida.

El paraíso de tu pecho brilla y luce
como un viejo guerrero a sus proezas
y tu cautiva Luna que esta noche
a alejado de mi toda tristeza.

Y se me ha despertado el corazón
al ver el sol de tu mirada
lo demás, simplemente, se perdió,
si supieras que valor me dan tus alas.

Ni tu nombre, ni tu aroma, ni tu edad
en el título del texto en que te hundes
ni tus sueños, ni si eres “te” o “café”
¿deberé ponerle fin a la incertidumbre?

Desconocida muchacha, tu que ves
como el mundo nace y muere con tus pasos
no imaginas cuantas vidas yo daría
por tenerte dos segundo en mis brazos.

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