Busca Otras Publicaciones

02 noviembre, 2011

Libertad

Las aves gozan del maravilloso don de la libertad, no porque pueden volar, si no porque desde el momento en el que nacen, saben que deberán abandonar ese nido que las protege para explorar nuevas alturas.

Desde su primer rayo de sol, los caranchos entienden que esa comodidad de plumas y gresca solo es pasajera.

No importa el tiempo que una gaviota tarda en conformar su nido, ni los peligros que los padres corren al permanecer tantos días dando calor a sus hijos, solo se dedican a eso, a alimentarlos y a cuidarlos hasta que pueden hacerlo por si solos, entonces los dejan partir.

Las palomas no entienden de “cuentas por saldar” por lo que cada segundo empleado en su protección, se ve revindicado en el mismo momento en que el pichón se deja caer para dar sus primeros aletazos. Desde que colocan la primera rama en un futuro nido, los padres de un gorrión crían a sus hijos para que puedan volar solos.

De la misma manera el hornero sabe que todo el esfuerzo que sus padres pusieron para construir su hogar tan solo fue para cobijarlo hasta que sus plumas se desarrollen por completo, por eso no demora ni un segundo más del necesario en partir a buscar su propia barro y sus propias ramas.

Las aves gozan del maravilloso don de la libertad, no porque pueden volar, si no porque viven dejando que los ciclos se cumplan, y eso, les permite disfrutar desde el primer aleteo, de la libertad de su vuelo.

Aves volando sobre un cielo naranja

Fer Conturso

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario!