Se escapa de mis manos este sueño,
las velas se apagaron de un soplido.
La oscuridad, los miedos, el olvido,
que amarga es la caricia del fracaso.
Un camino que
ya no vera esos pasos
que jugaban a ser dos huellas en una,
y aquel cuarto creciente de la luna
de septiembre, no será mi compañía.
Extraño es el andar de la alegría,
oscilante entre los besos y la nada,
perdida entre tantas cartas de
espada
no encuentra un motivo al que
aferrarse.
Tal vez solo se trate de animarse
Y comenzar a andar con los ojos
cerrados.
Si al final, de todo lo que nos fue
dado,
solo quedara un recuerdo
incomprendido.
(Aquello que somos, y lo que fuimos…
y lo que quisimos, y no pudo ser)
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