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06 marzo, 2013

Luego de soñarte


Luego de soñarte desperté.

Angustiado, agote el vaso de agua sobre mi mesa de luz de un solo trago y comencé a preguntarme, como tantas veces,  ¿por qué sigues aquí, por qué regresas?

Di dos vueltas en la cama, no pude con la duda y salí a buscarte… que es una forma de decir que me levante, sin encender ninguna luz y me senté frente a la computadora.

Y en ese mundo de contraseñas y teclas rotas, busque lo que el recuerdo aún me permitiera encontrar de ti. Revise nombres, y carpetas, imágenes y releí unos 20 escritos de aquél entonces… pero pese al sol que comenzaba a asomar por mi ventana, no apareció una sola pista de ti.

¿Dónde estás?, me pregunté en vos alta, y el perro me miro algo molesto por despertarlo.
Agache la cabeza, encendí un cigarrillo y aunque no acostumbro a fumar en la cama me tendí a esperar que el humo me ayudara a dormir.

¿Qué sentido tiene esta búsqueda de ayer? Si he pasado años borrando cuanta hebra de memoria te nombraba… di una pitada más.

El humo solo aumentaba el tamaño de mi pieza y en la falta de costumbre al intentar apagar el pucho la braza callo sobre la mesa de luz, dejando una marca negra en la cubierta del libro que leo antes de dormir.
La situación me arrebató una sonrisa, exhalé lo que quedaba del humo en mis pulmones y entonces comprendí, que no hay un dónde buscarte, simplemente porque estás aquí.

Cerré los ojos de nuevo, acomodándome en mi almohada y todo volvió a suceder frente a mi.
Maradona festejando los goles ante Francia, “podríamos estudiar derecho juntos”… una pizza de la masa, ¿con o sin huevo?, ese banco de la plaza… mis zapatos siempre lustrados y tu sonrisa… allí estas, escuchando por enésima vez que soy hincha de boca por herencia…

Allí estás, y no puedo dejar de reír.

Que alivio siento, el sueño regresa lentamente… Aquí estás, sigues conmigo…  al menos la que fuiste en ese entonces vive aquí, en lo que soy, aunque la que eres esté quién sabe dónde.

Y como no vas a estar si aún me confundo al contar 90 días, y pienso cada tanto en los mellizos y en sus rubias cabelleras.

Aquí estas, vuelvo a dormirme con una sonrisa y en paz, porque el amor… el amor es para siempre.

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