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08 agosto, 2013

Instrucciones para volver a volar.

Primero

Debo admitir cuanto me asusta remontar lo cielos nuevamente.  Muy pocos son los que vuelan y es difícil encontrar compañía para surfear corrientes de viento sur, y ni hablemos del Zonda.
Hay que reconocer que volar no cura las heridas, tan solo enseña a aceptar y como volar tampoco es escapar, es importante entender que lo que se cargue de equipaje será, a fines prácticos del vuelo, puro lastre.
Entonces, admitido el miedo y vacías las valijas, proseguimos al paso siguiente...

Segundo

Recordar. Tan necesario como saber mover las alas es recordar dos momentos fundamentales, primero el momento y el motivo por el cuál pusimos nuevamente los pies en la tierra. Si señores, me es requisito sine-qua-non  re traerme a aquel invierno sin nieve y fumarme un pucho (aunque sea uno imaginario) en ese mismo bar de la peatonal, donde por primera vez me habló en esos ojos verdes el corazón.
Entonces, reconocido el momento, el motivo cae por si solo, necedad... simple y pura necedad.
Así hoy, siendo igual de necio, pero mas propenso a escuchar al corazón, sin importar desde que ojos me hable me dispongo al tercer paso...

Tercero

Reconocer, que se es lo que se es... tal vez el mayor de los desafíos. Nacemos algo que en lo superficial se va modificando a fuerza de años, risas y besos, pero que en esencia permanece inalterable y refleja la inmensidad de la creación que vive en todo, es decir, en nosotros.

Reconocer-se, en los otros locos y locas que buscan, que vuelan, que sufren queriendo, que lastiman sin querer. Estar ahí, a una respiración de distancia de ese sueño mágico de amor que tantas veces nos hemos prometido... reconocer y permitirnos, tal vez, por única vez la libertad.

La libertad de volar de un rincón a otro de la casa, de flotar entre los asientos del colectivo y de suspendernos de flor en flor, de boca en boca, como un colibrí, como una mariposa, como los que vuelan.

Admitido, Recordado  y finalmente Reconocido...

Respirar profundamente...

Cuarto

Si, queda tan solo un último paso... Simple y atrevido... 
En esta falta total de certezas, pensar un ratito en tu risa al otro lado del desierto, darle la espalda al vacío...

y...

Saltar.

Compartiremos el miedo, los sueños y el vuelo... mas temprano que tarde. ¿vamos a volar?







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