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16 septiembre, 2013

Construimos.

Todo es tan difícil del lado del mundo, la vida y sus preguntas, la noche y su frío, el helado de postre, el humo del narguile… todo construye distancia, palabras de más, horas que se consumen solas… y no sé bien cómo fue, pero de alguna manera nos las ingeniamos para acercarnos lo suficiente para que el salto fuera posible.

Las primeras, las más valientes, como siempre, fueron mis manos. En un movimiento directo y silencioso se lanzaron al encuentro, con un almohadón por excusa y camufladas de caricia, aferrándose a  las tuyas con tal dulzura que nada hubiese podido separarlas, al menos no esa noche.

Luego siguieron las piernas, a fuerza de incomodidades más o menos reales, como jugando, fueron haciendo camino entre las tazas de té y los dados que rodaban por la alfombra. Inteligente o torpemente, no lo sé, pero casi sin advertirlo estoy  sentado junto a ti, el puente va tomando forma.

Entonces mi cabeza, cansada del monologo que reza mi boca y haciendo caso omiso a las órdenes que dicta el miedo, sacrifica su comodidad y va a posarse junto a la tuya…

Aprovechando la avanzada, mis ojos se encuentran con los tuyos, se suspenden las palabras y nuestras respiraciones se sincronizan, el puente está casi listo…

Pero sorpresivamente, estando nuestros mundos tan cerca, toda la inercia que me empuja hacia ti se detiene. Las dudas, en un poderoso intento buscan zafar las amarras del puente, la lucha en mi interior se vuelve intensa y amenaza con durar toda la noche… pero algo mágico sucede.

Justo cuando manos, cabeza y corazón están dispuestos a ceder a los embates del miedo, tus ojos, en el más dulce acto de locura, se cierran, y en ese segundo de confusión las dudas retroceden, el miedo se confunde, una respiración profunda y saltamos…

25 años de viaje, miles de kilómetros de mi boca hasta tu boca, una caída eterna que dura dos segundos, mi mano en tu mejilla, y el encuentro.

Las respiraciones contenidas, como si estuviéramos por despertar de un sueño. Toda nuestra vida, tantos siglos, tantos hombres y mujeres, tantas lágrimas y risas, todo se une y cobra sentido en ese espacio en que nuestros labios, por primera vez, al fin, se encuentran… Un beso que se prolonga, que se hace dos, que se hace diez, que se hace mil.

La magia y el deseo de congelar este instante para siempre, nuestros ojos se VEN ahora por primera vez, ya no hay dudas ni distancias, podemos ir y venir,  amor, el puente está construido.

"Finalmente morirnos en un beso, re-nacer ahora es una necesidad,
volver a besarte, re-nacer, volver a besarte... y así, hasta que la vida diga basta"






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